sábado, 30 de enero de 2010

Premio Don Quijote de Periodismo

Un adverbio se le ocurre a cualquiera. Con este artículo Juan José Millás ha ganado el premio Don quijote de Periodismo. Hemingway cobraba los artículos por palabras. A tanto el término, lo mismo daba que fueran adjetivos que sustantivos, preposiciones que adverbios, conjunciones que artículos. No recuerdo de dónde saqué esa información, hace mil años (cuando ni siquiera sabía quién era Hemingway), pero me impresionó vivamente. En mi barrio había una tienda de ultramarinos, una mercería, una droguería, una panadería, una lechería… Pero no había ninguna tienda de palabras. ¿Por qué, tratándose de un negocio tan lucrativo, como demostraba el tal Hemingway? Para vender leche o pan, pensaba yo, era preciso depender de otros proveedores a los que lógicamente había que pagar, mientras que las palabras estaban al alcance de todos, en la calle o en el diccionario. Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia. Si la sustancia de una frase dependía de esta parte de la oración, lo lógico era que valiera más. Después del sustantivo venía el verbo y, tras el verbo, el adjetivo. A partir de ahí, los precios estaban tirados. Cuando un cliente, en mis fantasías, compraba tres sustantivos, le reglaba cuatro o cinco conjunciones, para fidelizarlo. Mi padre, que era agente comercial, utilizaba mucho el verbo fidelizar. ¿De dónde, si no, iba a sacar yo esa rareza gramatical? En mi tienda imaginaria había también un apartado de palabras inexistentes, para gente caprichosa o loca. Aún recuerdo algunas: copribato, rebogila, orgáfono, piscoteba, aguhueco, escopeja… El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones. Las había de muchos precios, claro. Las frases hechas eran las más baratas. Recuerdo, entre las que tuvieron más éxito, en boca cerrada no entran moscas y no rascar bola, pero a mí me gustaban mucho también leerle a alguien la cartilla, ser un hueso duro de roer, chupar cámara, pelillos a la mar, o mi sastre es rico. El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas. La idea de la tienda de palabras y frases me resultó muy liberadora, pues siempre pensé que ganarse la vida era condenadamente difícil. El mayor miedo de mi infancia era el de acabar en una esquina, vendiendo pañuelos de papel. Un día que mi madre, tras suspirar con expresión de lástima, se preguntó en voz alta qué iba a ser de mí, le dije que no se preocupara, pues había decidido que iba a poner una tienda de palabras. Tras meditar unos instantes, me dijo que eso era un disparate y que debía poner mis energías en cuestiones prácticas. Ahí acabó mi sueño de vender palabras. Luego, de mayor, comprobé que los anuncios por palabras constituían un capítulo muy importante en la cuenta de resultados de los periódicos. Pero no le dije nada a mamá, para que no se sintiera culpable. De todos modos, acabé viviendo de las palabras. No tengo una tienda abierta al público, tal como soñaba entonces, pero me levanto por las mañanas, las ordeno en un papel, las envío al periódico o a la editorial y me pagan por ellas. A tanto la pieza. Una pieza es un artículo. El término pieza se utiliza también entre los cazadores para denominar a los animales abatidos. La semejanza es correcta, pues escribir un texto se parece mucho a cazarlo. De hecho, con frecuencia se nos escapa. La otra noche, en la cama, con los ojos cerrados, pasó volando por mi bóveda craneal un artículo estupendo. Me levanté, cogí un cuaderno que tengo en la mesilla, apunté con el bolígrafo, pero la pieza había desaparecido. Desde la utilización masiva de los ordenadores, contamos los artículos por palabras. Éste que están ustedes leyendo tendrá unas 4.700. Puedo calcular a cuánto me sale la palabra y decir que cobro en plan Hemingway. Pero me sigue pareciendo mal que me paguen lo mismo por un sustantivo que por un adverbio.

viernes, 29 de enero de 2010

Por la lectura


POR LA LECTURA
Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos.
Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favordel libro.
Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.
Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.
Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro

jueves, 28 de enero de 2010

El síndrome del Coronel Tapioca


Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse. Leer más.....

martes, 26 de enero de 2010

MUESTRA BAILE DE SALÓN FUENLABRADA

Foto: Una de las parejas de bailarines participantes en la gala.

VII MUESTRA BAILES DE SALÓN EN FUENLABRADA

Celebrado el pasado domingo día 24 de enero en el pabellón deportivo Fernando Martín de Fuenlabrada (Madrid). Organizado por la escuela de baile Camino de Dama.

Este evento cada año se celebra a beneficio de Cruz Roja Local (Fuenlabrada-Humanes), en esta ocasión los ingresos generados han sido destinados a los damnificados por el terremoto de Haití. Una veintena de academias, bailarines profesionales y aficionados participaron desinteresadamente.

PODEIS VER LAS FOTOS QUE HICE (casi 200) PULSANDO AQUÍ.

Si queréis alguna de las fotos a su tamaño y peso original no dudéis en enviarme un correo a correodenavarrete@yahoo.es y os las mandaré lo antes que pueda. No olvides indicar como referencia el número de la foto.
Si cualquiera de las personas que se ven en el álbum no quieren aparecer en el mismo, sólo tienen que comunicármelo, inmediatamente desaparecerán del mismo.
El uso publicitario o comercial de cualquiera de las fotos, como es lógico, deberá de contar con el permiso del autor.

El matrimonio


En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio. Robert Anderson.

lunes, 25 de enero de 2010

Haití.


En los muelles de Puerto Príncipe, miles de desesperados abarrotan los ferrys con la esperanza de volver a sus regiones de origen. Pies de fotos y voces en off hablan del masivo movimiento migratorio que despobló las zonas agrícolas de Haití en dirección a la capital. No suelen contar que, en 1995, el FMI obligó a su Gobierno a bajar el arancel a las importaciones de arroz, del 35% hasta el 3%. Ni que las subvenciones del Gobierno norteamericano permiten que el arroz producido en Arkansas sea más barato en Haití que el cultivado en el propio país. Ni que, por tanto, tres cuartas partes del alimento básico en la dieta de los haitianos, es importado.
Sería interesante saber cuántas toneladas de ayuda y equipos de emergencia ha enviado a Puerto Príncipe Riceland Foods, la cooperativa agrícola de Arkansas que se ha hecho de oro a costa de arruinar a los antes mínimamente prósperos agricultores locales, para obligarles a emigrar a la ciudad que acaba de caérseles encima. Es posible que sus beneficios le hayan permitido una inversión mayor que las de las ONG que denuncian sus prácticas en nombre del comercio justo.
Así se cerraría un círculo vicioso que siembra día a día, grano a grano, en Haití y muchos otros países pobres, una destrucción de magnitudes comparables a las que produce un terremoto de grado 7.
Ahora, mientras Estados Unidos se afana en dominar la carrera del prestigio humanitario, sería el momento de preguntarle a los líderes mundiales que posan con gesto desolado ante las cámaras, si cabría una ayuda mejor, más generosa y eficaz para Haití, que devolverle el derecho a proteger su agricultura, imponiendo un arancel elevado sobre las importaciones de arroz. Esa iniciativa, destinada al fracaso, aparejaría el éxito de enseñarnos la verdadera cara de la solidaridad internacional. Y me temo que sería espantosa.

sábado, 23 de enero de 2010

Sombras.


" A veces son otras sombras
las que me observan.
Imagino el rostro que tendrían,
brotan del suelo como plantas,
regadas por mi insistencia
en sentir humedad en lo seco. "

" Cenizas de sombra serán los sueños
y la letra que prolonga la memoria,
cuerpo de esta otra sombra.
Te miro, detenido en las horas,
y busco la herida del cuerpo
por donde saliste a la vida. "

" Para que haya sombras
se hizo la luz.
Un dios dijo hágase la sombra
porque se apiadó de tanta claridad. "

Poema de sombra, Santiago De Luca (Santa Fe, Argentina, 1974)

viernes, 22 de enero de 2010

Te quiero personalmente.

Foto: Playa Faro de Trafalgar. Cádiz

Sara trabajaba en una compañía de seguros.
Empezó vendiendo pólizas. Concertaba citas telefónicas, y más tarde visitaba a los clientes en sus domicilios. Su carácter abierto y su sorprendente espontaneidad le valieron la amistad de muchos clientes potenciales, a los que no consiguió vender una solo póliza. No despejaba las dudas de los clientes de la manera en que la habían enseñado en los cursos de capacitación. Sara tenía “método propio” y explicaba “a su forma” las ventajas y los inconvenientes de acceder a las pólizas que ofrecía. La charla de captación, lejos de resolver las dudas naturales de los clientes, añadía nuevos motivos de preocupación y, en la mayoría de los casos, la propia Sara acababa reconociendo que los inconvenientes superaban con creces las ventajas del producto que ofrecía. Los hombres que visitaba recuperaban la fe en el ser humano, pero continuaban su existencia sin el seguro que se les ofrecía.
Con el tiempo, acabó convencida de la inutilidad del producto que vendía, por lo que al final de sus días como visitadora entraba en los domicilios disculpándose por el atrevimiento, menospreciando su misión y rogando al cliente que obviara el tema de los seguros durante el tiempo que durara la entrevista. Semejante carta de presentación producía gran confusión entre los clientes, que no sabían cómo resolver la situación, ni cuáles eran las pretensiones reales de la señorita Sara….
El Gran Wyoming. Te quiero personalmente. Editorial Anagrama.

jueves, 21 de enero de 2010

Calibrar nuestras capacidades.

Foto: Escaleras en Círculo de Bellas Artes de Madrid.

A veces, una meta posible en sí resulta imposible para una persona. En El motín del Caine, Humphrey Bogart representó el fracaso de un hombre que quiere mandar pero no sabe hacerlo. Después de muchos años de trabajo burocrático le nombran comandante de un barco de guerra. Se cumple así su gran anhelo, mandar, pero el cargo da el poder, no la perspicacia. Incapaz de distinguir lo trivial y lo importante, de comprender las motivaciones humanas, se enreda dando órdenes desatinadas, ignora cuándo ser rígido y cuándo ser flexible, y acaba provocando un motín por su obsesión en descubrir quién se ha comido un tarro de fresas sustraído de la bodega del barco. Calibrar de lo que somos o no somos capaces es tarea delicada. Si la meta es demasiado alta, la posibilidad de fracasar es muy alta también. Si es demasiado baja, muchas posibilidades del sujeto dejarán de desarrollarse. José Antonio Marina, La inteligencia Fracasada

miércoles, 20 de enero de 2010

La iglesia.

Foto: Iglesia en Oporto.

Han pasado 250 años de aquello, pero la Iglesia sigue diciendo cosas igual de insensatas e insensibles. Las crudas palabras del obispo Munilla (que la pobreza espiritual de España es un mal mayor que la tragedia de Haití) también han provocado un sonoro escándalo. Para peor, en vez de pedir excusas, el prelado se justificó diciendo que hablaba a "nivel teológico", con lo cual solidificó su error de expresión y lo convirtió en lo que sin duda es: pura y berroqueña ideología. Ah, sí, seguro que hablaba teológicamente. Sólo hundido a ciegas en el dogma puede uno tener una percepción tan deformada de la realidad y creer que la tibieza católica de los españoles es peor que el atroz sufrimiento de los haitianos y que el pavoroso colapso de un país entero: un abismo en la Tierra. Es la teología como sinónimo del fanatismo. Si Munilla quería hacer una reflexión moral, podría haber hablado de que el horror de ahora es una consecuencia del horror de antes. Haití, ya se sabe, es uno de los países más míseros, corruptos y desesperados del planeta; la esperanza de vida no llega a los 52 años y sólo uno de cada 50 ciudadanos recibe salario. Eso sí que es pobreza espiritual; quiero decir que algo funciona muy mal en un mundo que permite la existencia de estos infiernos. Pero, ya ven, a Munilla y Cía. sólo parece interesarles lo teológico. Así va la Iglesia: matando ella sola a Dios con sus torpezas. Rosa Montero. El País 19 de enero de 2010.

martes, 19 de enero de 2010

José Antonio Marina.

Foto: Herramientas.

Peter Schmid estudió en los años sesenta las paradojas de las relaciones entre Japón y Estados Unidos. Japón se encontraba indeciso entre dos metas que se excluían mutuamente: seguridad y renuncia al poder. Escribió:
“El poder, como reza la conocida frase, es malo; por tanto, renuncio al poder, no del todo, pero sí hasta donde me es posible. Un amigo me protege. Es poderoso… y por lo tanto es malo. Por eso le desprecio, le odio y, sin embargo, tengo que tenderle la mano. Soy débil, porque quiero ser bueno… por eso mi amigo malo tiene poder sobre mí. Condeno lo que él hace como poderoso, pero tiemblo ante la posibilidad de que se derrumbe. Porque si se derrumba mi protector, como sería justo, porque es malo, caeré yo también, que soy bueno.” José Antonio Marina, La inteligencia Fracasada

lunes, 18 de enero de 2010

La sociedad infantilizada.

Foto: Parque de Polvoranca, Leganés (Madrid) 11 enero 2010.

Cada vez que nieva en España, algo que no es habitual (en comparación, me refiero, con otros países de Europa), las televisiones se llenan de personas indignadas que responsabilizan a las autoridades de sus problemas tanto si eran evitables como si no; incluso -en el primero de los supuestos- cuando el culpable de esos problemas es el propio reclamante por no haber atendido las advertencias de precaución de aquéllas o por no cumplir con su obligación (llevar cadenas en el coche, por ejemplo). Leer más

domingo, 17 de enero de 2010

La vejez.

Foto: Oporto (Portugal)

La vejez es mucho más que cabellos blancos, arrugas, la sensación de que es muy tarde y el juego ha terminado, que el estrado pertenece a la siguiente generación. El verdadero demonio no es el debilitamiento del cuerpo, sino la indiferencia del espíritu. De Un arte de vivir, André Maurois (1885-1967).

viernes, 15 de enero de 2010

Sombras.

¿Y no habría preferido usted fracasar como arquitecto en vez de haber fracasado como actor de cine?, pregunta, en la mesa de al lado a la que yo apuro el gin-tonic de media tarde, una chica joven a un hombre maduro. Entre ambos, un magnetofón encendido. Observo de reojo al hombre maduro, pero no me suena su cara. Tampoco la de la reportera. En cualquier caso, la pregunta, por diabólica, me obliga a reflexionar. Si yo tuviera que elegir una forma de fracaso alternativa a las que me han sido impuestas, ¿por cuál optaría? Se trata de un ejercicio extraño, como elegir el número de la lotería con el que me gustaría perder o la jugada de póquer con la que preferiría arruinarme. Siempre me gustó San Manuel Bueno, el personaje de Unamuno que tras dejar de creer en Dios, y quizá por eso, se convertía en un sacerdote ejemplar. He ahí un fracaso noble.
Continúo atento a la conversación. El actor de cine fracasado tarda en responder a la reportera pérfida. Finalmente dice que si pudiera elegir optaría por fracasar como fracasado. Parece un juego de palabras, un ardid para escapar de la encerrona, pero quizá en la respuesta haya alguna sustancia. Me pregunto si fracasar como fracasado equivale a un fracaso doble y me viene a la memoria un título de Julio Ramón Ribeyro: La tentación del fracaso. ¿Acaso es esta tentación más fuerte que la del éxito? ¿Es más sana, más estimulante? ¿Nos previene de algún tipo de desengaño? Un amigo de juventud aseguraba que el éxito era una forma de traición. ¿Sería entonces el fracaso un modo de fidelidad? ¿Y de fidelidad a qué? Oscurece al tiempo que se deshacen los hielos en mi vaso. La calle se llena de sombras poco a poco. Pido otro gin-tonic. La reportera mira el reloj y decide rematar la entrevista preguntando al actor fracasado por su vida actual. Cuido de una nieta, dice él. Sombras. Juan José Millás. El País 15 enero 2010.

jueves, 14 de enero de 2010

Cafetería Majestic



Dicen que no se conoce Oporto si no se visita la cafetería Majestic. El 17 de diciembre de 1921 abrió las puertas esta cafetería y lo hizo con el nombre de “Elite”.
Situada en la calle más comercial de Oporto, Rua Santa Catrina 112, con una fachada modernista y decorada estilo Belle Epoque, por sus mesas han pasado políticos, artistas e intelectuales.
Contar como curiosidad, aunque hoy nos pueda parecer mentira, que esta cafetería fue la primera en Oporto, desde su inauguración, que permitió el acceso a las mujeres.

miércoles, 13 de enero de 2010

Pio Baroja

Foto: Estatua de Pio Baroja en Madrid.

“La falsedad y el disimulo son útiles dentro de la vida social. Yo esta condición no la he tenido, y creo que el no tenerla me ha perjudicado más que otra cosa. También me ha perjudicado un poco, al tratar con propios y extraños, el no tener solemnidad.”
Pío Baroja nació en San Sebastián y vivió, durante casi toda su vida, en Madrid. Allí estudió Medicina y se doctoró con una tesis sobre El dolor. Su ejercicio como médico en Cestona fue breve. Vuelve a Madrid donde entra en contacto con escritores como Azorín, Maeztu, que le llevan a entregarse a la literatura, su gran vocación.
Publica sus primeros libros en 1900 tras una serie de colaboraciones en diarios y revistas. Sigue una etapa de intensa labor que conjuga con viajes por España y Europa. En 1911 publica El árbol de la ciencia. Hasta entonces había publicado ya, además de cuentos, artículos y ensayos, diecisiete novelas que constituyen lo más importante de su producción. Su fama se consolida y su vida se consagra a escribir volviéndose cada vez más sedentaria. En 1935 ingresa en la Real Academia. Durante la Guerra Civil pasa a Francia, pero en 1940 se instala de nuevo en Madrid. Muere en 1955.

martes, 12 de enero de 2010

La vida sin violencia.

Foto: Publicidad en una calle de Oporto.

El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatna Gandhi y fundador del instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia, en una conferencia en al Universidad de Puerto rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia por parte de sus padres.
“Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 millas de la ciudad sudafricana de Durban, en medio de plantaciones de azúcar. Estábamos en el interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanos y a mí siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para asistir a una conferencia que duraría casi todo el día, y yo aproveché esa oportunidad. Mi madre me dio una lista de cosas para comprar en el supermercado y mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el coche al taller. Cuando me despedí de mi padre me dijo: -Nos vemos aquí para volver a casa a las cinco de la tarde.
Después de hacer rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me concentré tanto en la película que me olvidé del tiempo. Eran las cinco y media cuando me acordé. Corrí al taller, retiré el coche y me apresuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las seis. Él me preguntó con ansiedad: -¿Por qué llegas tarde? Me sentía mal por haberle hecho esperar y no pude decirle el verdadero motivo de mi retraso; entonces le dije que el coche no estaba listo y tuve que esperar… esto le dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: -Algo no hice bien en la manera como te he criado puesto que no te he dado la confianza para decirme la verdad. Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas hasta casa y a pensar sobre esto.
Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar por unos caminos que no estaban ni pavimentados ni alumbrados. No lo podía dejar solo… así que yo fui conduciendo durante cinco horas y media detrás de él… viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.
Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir.
Muchas veces me acuerdo de ese episodio y pienso… Si me hubiera castigado de la manera como nosotros castigamos a nuestros hijos ¿hubiera aprendido la lección? ¡No lo creo! Hubiera sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo. Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer."
¡Éste es el poder de la vida sin violencia!

lunes, 11 de enero de 2010

Río Duero, Oporto.

Foto: Corredor pasando bajo el Ponte da Arrábida. Desembocadura del río Duero en Oporto (Portugal)

El Ponte da Arrábida, proyectado por el ingeniero Edgar Cardoso, a la fecha de su construcción, en 1963, era el puente con el mayor arco de hormigón del mundo. Tiene 615m de largo, y una anchura de 27m. Es el más occidental de todos los puentes que conectan Oporto con Vila Nova de Gaia, estando a corta distancia de la foz (la palabra foz es de origen latino -fauces, garganta-) del Rio Duero.

viernes, 8 de enero de 2010

Los bosques de Upsala


Existía un bosque, allá en la Europa vikinga, al que acudían los ancianos que habían dejado de ser útiles para la comunidad. Sabían aquellos viejos que Odín también llamado Dios de los Ahorcados, sólo les admitiría en el Gran Banquete si morían en combate o si, habiendo alcanzado la edad crítica, se apartaban voluntariamente del camino. Así que se adentraban esos hombres en la espesura, anudaban las sogas a las ramas y se dejaban caer con el orgullo de quien no titubea siquiera ante la Muerte. Dicen las crónicas que nadie descolgaba jamás sus cuerpos y que los cientos de cadáveres allí presentes, elevados todos unos centímetros por encima del suelo, constituían el paisaje más desolador, amén de poético, que uno pueda imaginar en el universo suicida. Sabemos hoy que aquel lugar, perdido por siempre en la noche de los tiempos, no era otro que los bosques de Upsala. Álvaro Colomer, Los bosques de Upsala.

jueves, 7 de enero de 2010

Greguerías.

Las palabras son el esqueleto de las cosas. Por eso duran más que ellas.

Humorismo + metáfora = greguería. Ésta es la definición que el propio Ramón Gómez de la Serna dio para el nuevo género inventado por él, basado en frases breves que definen la realidad cotidiana desde una mirada simbólica y lúdica. Las greguerías son píldoras de poesía, imágenes que transforman la realidad y nos la hacen ver dede una perspectiva nueva y sorprendente. “En la aparente insignificancia de la greguería está la definición de nuestras vivencias, el ver cosas diferentes y encontrar entre ellas misteriosas analogías” Ramón Gómez de la Serna (1888 – 1963)

martes, 5 de enero de 2010

La escritura.

Foto: Cuesta Moyano, Madrid.

De lo perdido, de lo irremediablemente perdido, sólo deseo recuperar la disponibilidad cotidiana de mi escritura, líneas capaces de cogerme del pelo y levantarme cuando mi cuerpo ya no quiera aguantar más. Roberto Bolaño.

lunes, 4 de enero de 2010

Consumismo

Foto: Calle Gran Via de Madrid, diciembre 2009.

Gastamos más de lo que ganamos. Aparte de la hipoteca, que se come el grueso del sueldo, nos empeñamos por casi todo: un coche, un televisor de plasma, un viaje de placer.. . En España hay 447 centros comerciales, que el año pasado recibieron a 1.300 millones de compradores. La media es de 25 millones de personas entrando por sus puertas cada semana. La mayoría, en sábado. "Estos lugares son la nueva forma de hacer ciudad, son los sustitutos de las antiguas plazas públicas",
El creciente consumismo es, según muchos expertos, el responsable de este sobreendeudamiento. Hemos entrado en una fase para la que ya no sirve el concepto de consumo de masas sin más. Los sociólogos buscan las nuevas razones que llevan a la familia media a endeudarse para toda la vida por bienes aparentemente accesorios. Y hablan de un nuevo modo de capitalismo. Octavio Uña, catedrático de Sociología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, se refiere a él como "consumo de ficción o neoelitismo". Son términos técnicos que retratan la idea de que las familias se endeudan no por pura necesidad, sino para disfrutar aquí y ahora de bienes hasta ayer fuera de su alcance. Y además obtener un plus muy atractivo: hacer ostentación de ellos ante el prójimo.
"Quieren objetos que les distingan del resto", comenta Uña. "El coche más caro, la tele más grande, las vacaciones más exóticas, la ropa más exclusiva. Todo esto es muy caro. Y en realidad es un lujo excesivo que muchos no se pueden permitir. El resultado es que la mitad de los españoles vive de esa ficción de aparentar sin que le importe endeudarse indefinidamente. Si pudiéramos ver la lista de los productos financiados quedaría claro que la mayoría de las cosas que se compran a crédito son totalmente prescindibles". Fuentes http://www.solidaridad.net/

sábado, 2 de enero de 2010

La fotografía

Foto: El Retiro (Madrid), diciembre 2009.

Algunos amamos la fotografía por encima de toda controversia, de modas, clasificaciones, técnicas o procedimientos; la amomos por mantenernos vivos, porque nos permite acercarnos a los demás, porque nos da la oportunidad de decirle al mundo cómo somos, cómo vemos, cómo pensamos, o cómo sentimos; pero la amamos sobretodo y simplemente, por lo que es, el arte de transmitir con luz. Prólogo del libro Luces de áfrica, del fotógrafo Gabriel Brau i Gelabert (1957).

viernes, 1 de enero de 2010

2010

Un año, tan sólo dos palabras, cinco letras, que guardan mucho. Siento cierta impotencia, como si buena parte del tiempo que encierra esas palabras me hubiera sido robado. Esta sensación no me es extraña.
Siempre me ha resultado difícil la aceptación del tiempo como una simple medida, segundos, minutos, horas, días, meses, años…
Hay momentos de nuestras vidas que nos gustaría vivirlos a cámara lenta, saborearlos hasta la embriaguez, pero se escapan como el viento entre las manos. Hay otros que están de más, pero se agarran a nuestras vidas como si fueran una pesadilla.
Procuro disfrutar de cada instante, de cada pequeño e insignificante momento, no siempre lo consigo.
Se que el destino me deparará lo que no he previsto… el final ya lo conozco.
Trata de ser feliz en este 2010 y los que le siguen. S.N.M. 1 de enero 2010

¡Tan pronto como te sientas demasiado viejo para hacer algo, hazlo! Margaret Deland.