jueves, 31 de diciembre de 2009

La misa.

Foto: Calle Alcalá, Madrid. Diciembre 2009.


Al tiempo que las iglesias pierden feligreses, una vez al año, por Navidad, se celebra en la calle algo que no parece un oficio religioso sino un mitin político, un acto público de resistencia. Desde un punto de vista puramente católico resulta algo incongruente, más propio de una organización que se siente amenazada y responde histéricamente que de una fe que congrega a sus fieles y les invita al hermanamiento espiritual. El hecho mismo de que la gran misa por la supervivencia de la familia se celebre en navidades en un país donde los lazos familiares son tan poderosos (en creyentes y no creyentes, en católicos y no católicos) convierte a las autoridades eclesiásticas en cegatas, en defensoras de una España que ya no existe y que hace mucho tiempo que quedó atrás, porque instituir como ejemplo familiar esos clanes de nueve hijos es algo irreal ahora pero cuando yo nací ya se trataba de algo excepcional. La familia está en peligro, dicen, pero las estadísticas lo desmienten: la protección familiar en nuestro país funciona como un resorte allá donde fallan los mecanismos de protección públicos y merma a diario el azote de la crisis.
Más bien parece que la Iglesia utiliza la supuesta crisis familiar como estandarte para defender la supervivencia de su propia institución, que tampoco creo que esté en peligro, pero que muestra una feroz resistencia a admitir su anacronismo respecto al país que tiene delante de los ojos, en el que la fe católica ya no es la única, los que no profesan ninguna fe son ciudadanos de primera y lo sensato es un Estado laico en el que los sentimientos religiosos se expresen en privado.
¿Qué de malo hay en eso? ¿No son los templos los lugares ideales para el recogimiento? Los obispos han decidido azuzar a su sector más fanático. De momento, esa táctica no les ha llevado más fieles a sus iglesias. Elvira Lindo. La misa. El País, 30 de diciembre de 2009.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La identidad.


En el congreso Casa Europa, celebrado hace pocos días en Turín por inspiración de Gianni Vattimo, escuché una intervención interesante del ex alcalde de Palermo y actual parlamentario italiano Leoluca Orlando, titulada Identidad y convivencia. Sostuvo que en la UE es preciso dejar de hablar para bien o para mal de "minorías", porque lo que cuenta es que todos formamos parte de la mayoría democrática igual en derechos humanos y garantías civiles. El reconocimiento político de "minorías" estereotipadas consagra una cultura de la pertenencia, según la cual los derechos dependen de la adscripción del ciudadano a tal o cual grupo identitario. Cada identidad se convierte así en un blindaje que justifica excepciones y conculcaciones de las pautas democráticas generales.
…El problema de fondo es que las identidades particulares con las que cada uno definimos lo que somos gozan de una calidez entusiasta y egocéntrica a la que difícilmente puede aspirar la más genérica y compartida identidad democrática. Cada cual disfruta o padece (pero deliciosamente) su ser y sólo se resigna a estar con los demás. De ahí la importancia de una educación cívica, la denostada Educación para la Ciudadanía, que razone y persuada para la formación de un carácter verdaderamente laico en todos los aspectos. Ignoro si este objetivo es ahora alcanzable en nuestra era centrífuga, pero estoy convencido de que es deseable y hasta imprescindible dentro de una actitud progresista más allá de las habituales querellas entre izquierdas y derechas. Fernando Savater. Sobre la identidad democrática. El País 29 diciembre 2009.

martes, 29 de diciembre de 2009

Vértigo.

Foto: Lanzarote. Islas Canarias. España.

"¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados”. Milan Kundera, La insoportable levedad del ser

lunes, 28 de diciembre de 2009

Los santos inocentes.

Foto: Alegoría al 28 de diciembre. Sebas Navarrete.

Por mis lecturas afortunadas de adolescente supe desde el principio en qué consistía el milagro de escribir bien, y esta percepción la compartía con la conciencia de mi incapacidad para llegar a ser un buen escritor por mi falta de fuelle y de talento. En este oficio o eres uno de los grandes o no eres nadie. Siempre he compadecido a los estudiantes de piano o a las chicas que practican ballet. Todos sueñan con ser grandes concertistas o con interpretar como primeras bailarinas El lago de los cisnes, en la Scala de Milán y en los mejores teatros del mundo, pero el duro sacrificio de muchos años suele terminar tocando la canción de Amapola en el bar de un hotel de cuatro estrellas o dando clases de gimnasia en un colegio. Manuel Vicent, de su novela León de ojos verdes.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Enrique Miret Magdalena.

Foto: Vidente en El Retiro, Madrid.

A mis 94 años he llegado a la conclusión de que todo tiene importancia y nada tiene importancia, porque la buena vida sólo consiste en saber aprovecharse tanto de las cosas buenas como de las malas.
He aprendido esto de los grandes sabios antiguos, como Píndaro, y de los modernos, como Ortega y Gasset: lo único decisivo es ser lo que somos porque nuestra realidad, como toda realidad, siempre tiene algo de bueno. También el gran pensador francés André Maurois me enseñó, a fuerza de equivocarme, que "hay que tratar las catástrofes como molestias y jamás las molestias como catástrofes", porque, como afirmaba Tolstoi, "la felicidad no depende de acontecimientos externos, sino de cómo los consideremos".
Hoy es un día especial para mí porque de algún modo reunimos en esta mesa la labor de casi 100 años, por activa o por pasiva, y yo, que soy tan proclive a la sabiduría de Oriente, he acabado por aprender, mal que bien, lo que me ha descubierto y los hechos me han confirmado: "Más vale caminar bien que llegar".
Del mismo modo, tengo que decir que la religión, sin caer en maximalismos ni minimalismos, me ha ayudado mucho en los momentos difíciles. Sostengo que todo lo que has de creer, orar y practicar está contenido en el Padre Nuestro. Y me inspiro en los discípulos próximos a Jesús y en ese pequeño libro del siglo I, la Didajé, que se traduce por Enseñanza o Doctrina y que nos muestra que toda conducta positiva ha de basarse en la regla de oro: "No hagas a los demás lo que no quieras para ti". Igualmente, el Pastor de Hermás nos dijo en el siglo II que "todo el que está alegre obra bien y piensa bien".
La religión en la que creo no es cosa de tristes gruñones, sino apertura y ayuda mutua, que siempre repercutirá en un mundo mejor, sea cual sea nuestro pensamiento: por eso, con el tiempo, mi fe se ha vuelto más sencilla y más dependiente de lo interior y de una conducta abierta a los demás. Porque Dios, lejos de ser un amo exigente, es "poesía en la cual se cree".
Mis años, finalmente, se resumen en lo que debo a mi mujer, que colgó los hábitos científicos para dedicarse a la educación de nuestros hijos y, siempre mirando hacia la izquierda, ayudar a quien lo necesitase.
El teólogo Enrique Miret Magdalena falleció el pasado 12 de octubre. Este texto es el que leyó a su familia durante su penúltimo cumpleaños, siguiendo una vieja costumbre que repetía año tras año. De alguna forma, es una síntesis de su manera de ver la vida y de entender el compromiso con los demás.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad. La música que venía de la casa


En Nochebuena, el rey invitó al primer ministro a unirse a él en su habitual paseo juntos. Disfrutaba viendo las decoraciones de las calles, pero como no quería que sus súbditos gastaran demasiado dinero en ellas sólo para complacerle, los dos hombres siempre se disfrazaban de mercaderes provenientes de algún lugar remoto.
Caminaron a través del centro de la ciudad, admirando las luces, los árboles de Navidad, las velas ardiendo en los portales de las casas, los estantes vendiendo regalos, y los hombres, mujeres y niños apresurándose para celebrar una Navidad alrededor de una mesa bien dispuesta de comida.
Mientras volvían pasaron por un barrio más pobre, en el que la atmósfera era bien distinta. No había luces, ni velas, ni deliciosos aromas de comida a punto de ser servida. Apenas había un alma en las calles y, como hacía cada año, el rey señaló al primer ministro que de verdad tenía que prestarle más atención a los pobres de su reino. El primer ministro asintió, a sabiendas de que el asunto sería pronto olvidado de nuevo, enterrado bajo la burocracia diaria de presupuestos que aprobar y discusiones con dignatarios extranjeros.
De repente, escucharon música proveniente de una de las casa más pobres. La choza era tan endeble y las planchas de madera podrida tenían tantas grietas que pudieron espiar lo que estaba ocurriendo en su interior. Y lo que vieron era complemente absurdo: un anciano en una silla de ruedas llorando al parecer, una muchacha con la cabeza rapada bailando, y un joven de ojos tristes golpeando una pandereta y cantando una canción popular.
“Voy a enterarme de lo que ocurre.” – dijo el rey.
Llamó a la puerta. La música paró, y el joven abrió.
“Somos mercaderes buscando un lugar donde dormir. Escuchamos la música, vimos que seguíais despiertos, y nos preguntamos si podríamos pasar la noche aquí.”
“Podéis alojaros en un hotel de la ciudad. Nosotros, desgraciadamente, no podemos ayudaros. A pesar de la música, esta casa está llena de tristeza y sufrimiento.”
¿Podemos saber porqué?
“Es todo por mi culpa” – habló el anciano en la silla de ruedas. “He pasado toda mi vida enseñando caligrafía, para que un día pudiera conseguir trabajo como escriba de palacio, Pero los años han pasado y ningún puesto ha salido a concurso. Y entonces, anoche, tuve un sueño estúpido: un ángel se me apareció y me encargó comprar un cáliz de plata porque, dijo el ángel, el rey vendría a visitarme. Bebería del cáliz y le daría un trabajo a mi hijo.”
“El ángel era tan persuasivo que decidí hacer lo que me pedía. Dado que no tenemos dinero, mi nuera fue al mercado esta mañana para vender su pelo y que pudiéramos comprar ese cáliz. Los dos están haciendo lo que pueden para contagiarme el espíritu de la Navidad cantando y bailando, pero no hay nada que hacer.”
El rey vio el cáliz de plata, pidió un poco de agua para saciar su sed y, antes de partir, dijo a la familia:
“Sabéis, estuvimos hablando con el primer ministro hoy, y nos dijo que la semana que viene se anunciaría una vacante para escriba de palacio.”
El anciano asintió, sin creer demasiado en lo que oía, y se despidió de los extranjeros. A la mañana siguiente, sin embargo, una proclama real fue leída en todas las calles del país; se necesitaba un nuevo escriba en la corte. El día señalado, la sala de audiencias del palacio estaba a rebosar de gente ansiosa por competir por ese puesto tan codiciado. El primer ministro entró y pidió a todos que preparasen su papel y lápiz:
“Aquí está el tema de la disertación: ¿Porqué un anciano llora, una joven con la cabeza rapada danza y un joven triste canta?”
Un murmullo de incredulidad atravesó la habitación. Nadia sabía cómo contar una historia así, excepto el joven vestido de forma andrajosa sentado en una esquina, que sonrió ampliamente y empezó a escribir. Paulo Coelho.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Literatura


En su Curso de literatura europea dice Vladimir Nabokov que todo buen escritor tiene que ser narrador, maestro y encantador; narrador porque entretiene, maestro porque enseña, y encantador porque emociona con la estética, elevando la creación a categoría de arte.

martes, 22 de diciembre de 2009

Ana Karenina

Foto: Playa Fuente del Gallo, Cádiz.

Todas las familias felices se parecen entre sí. En cambio las desdichadas, lo son cada una a su manera. Ana Karenina, León Tolstoi.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Gregory Crewdson.

Foto: Barrio de las Letras (Madrid)

“Una de las cosas que amo de la fotografía, a diferencia del cine u otra forma de narración, es que el espectador siempre incorpora su propia historia, ya que al final la imagen siempre está sin resolver. Aunque mi trabajo está influido por el cine, la imagen fija me gusta. Me interesan las limitaciones de la fotografía por su capacidad de presentar una imagen completamente congelada, donde no hay antes ni después. Intento utilizar esa limitación como fuerza. Mis fotografías capturan momentos aislados sin pasado ni futuro; una posibilidad imaginaria planea sobre ellas como si fuera una pausa elocuente que juega con la fuerza narrativa de la fotografía.” El fotógrafo Gregory Crewdson (New York 1962), entrevista en Babelia en el 2006.

sábado, 19 de diciembre de 2009

La muerte en Venecia


“Sus ojos abarcaron la noble figura que se erguía allá abajo, en los lindes del azul, y en un arrebato de entusiasmo creyó abrazar la belleza misma con esa mirada, la forma como pensamiento divino, la perfección pura y única que vive en el espíritu y de la cual, para ser adorada, se había erigido allí una copia, un símbolo lleno de gracia y ligereza. ¡Era la embriaguez! Y, sin advertirlo, o más bien con fruición, el senescente artista le dio la bienvenida”.
…“Porque la Belleza, Fedro, tenlo muy presente, sólo la Belleza es a la vez visible y divina, y por ello también el camino de lo sensible es, mi pequeño Fedro, el camino del artista hacia el espíritu. […] ¿Comprendes ahora por qué nosotros, los poetas, no podemos ser sabios ni dignos? […] De ahí que renunciemos al conocimiento; pues el conocimiento, Fedro, carece de dignidad y de rigor: sabe, comprende, perdona, no tiene forma ni postura algunas, simpatiza con el abismo, es el abismo.”

viernes, 18 de diciembre de 2009

Olvido.

Foto: Le Serment de Spartacus, Jardín de las Tullerias. París.

Dos científicos de la Universidad de Nueva York acaban de inventar el alzhéimer, que viene a ser como descubrir la gasolina. Por lo visto, son capaces de borrar de la memoria los malos recuerdos, no hemos comprendido muy bien cómo. Lo importante es que vas a consulta, pides que te borren la Guerra Civil española de la cabeza y te la borran. Quien dice la Guerra Civil española, dice el armario de tres cuerpos de la habitación de tus padres, la adolescencia entera, la primera pálida o el último gatillazo. La limpieza dura un año, por lo que albergamos dudas acerca de si se trata de un borrado auténtico o de una represión. Tampoco hemos entendido cómo eliminan las bisagras que articulan los malos recuerdos con los buenos. En la oración gramatical "no hay mal que por bien no venga", resulta difícil, por ejemplo, separar el mal sin cargarse el bien. Los malos recuerdos crean, con los buenos, alianzas sintácticas de complicado desmontaje.
En Olvídate de mí, una extraña película de Michel Gondry, con guión de Charlie Kaufman e interpretada, entre otros, por Jim Carrey y Kate Winslet, una pareja conflictiva, de las de ni contigo ni sin ti, acude a un doctor que practica el alzhéimer selectivo para que borre a cada uno el recuerdo del otro. El problema es que pasado el tiempo vuelven a encontrarse por casualidad y se enamoran de nuevo por necesidad. Los oncólogos todavía buscan el modo de eliminar las células malas sin dañar las buenas y los cocineros no han logrado aún hacer una tortilla sin romper el huevo. Si a Tiresias le hubieran curado la ceguera, habría perdido con ella, paradójicamente, la videncia. Al mismo Dios le quitas el diablo y se queda prácticamente en nada el pobre. Quizá sea posible eliminar los malos recuerdos, pero ya me dirán por dónde cortar para que no se venga abajo el tinglado entero. El País 18 de diciembre 2009.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Paradigmas


Creo que era T. S. Kuhn quien en La estructura de las revoluciones científicas aseguraba que mientras no hay un paradigma de recambio conviene funcionar con el antiguo, aunque se sepa erróneo. Se ha demostrado que resulta imposible vivir sin paradigma. Pongamos que hemos descubierto la falsedad del geocentrismo, pero que no estamos en disposición de demostrar el heliocentrismo. Pues nada, que continúe el Sol dando vueltas alrededor de la Tierra unos años o unos siglos más. ¿Qué problema tenemos? Es lo que ha venido a decir Ramón Jáuregui para justificar la no retirada del crucifijo en las tomas de posesión de los ministros y altos cargos. Carecemos de un ritual alternativo. ¿Qué ponemos en lugar del crucifijo? Pues ahora mismo no se nos ocurre, la verdad, de modo que, entre el disparate y el vacío, nos quedamos con el disparate.
Si los marcianos nos preguntaran por qué nos comprometemos a cumplir con nuestra obligación ante un señor clavado a unos maderos en forma de cruz, les diríamos que porque no tenemos otra cosa. No se nos ocurre con qué sustituirlo. Bastante trabajo nos costó sustituir las imágenes de Franco. De hecho, algunas siguen en su sitio por falta de paradigma de recambio, que diría Kuhn. Sucede lo mismo con las bodas. La gente se sigue casando por la Iglesia porque el ceremonial resulta enormemente sugestivo. No vas a comparar una catedral con un juzgado. En cuanto a los funerales de Estado, tres cuartos de lo mismo. Por fortuna, no es lo mismo un funeral de Estado que un funeral del Estado, aunque al paso que vamos tampoco sería raro que asistiéramos a sus exequias. Para el Estado, en cambio, sí tenemos recambio: la banca, la Iglesia y la empresa privada en general, que en muchos casos ya funcionan en nuestras vidas como un Estado paralelo. En algunos países afortunados tienen además una mafia. Sustituciones. Juan José Millás. El País, 4 de julio 2008.

martes, 15 de diciembre de 2009

Una cita de Luis XIV

Foto: Río Tajo.

Esta cita tiene más de 600 años, pero tiene una vigencia plena.

"Cada vez que proveo una plaza vacante, creo cien descontentos y un ingrato" Luis XIV de Francia.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La preocupación.

Foto: Jardines de Aranjuez, Madrid.

"Al hombre sólo le gusta contar sus problemas, pero no cuenta sus alegrías" (Fiódor Dostoievski)

Hay personas que se definen como sufridoras. Consideran la preocupación como un rasgo de su carácter. No sólo se atormentan a sí mismas con esta exagerada aprensión, sino que también suelen desplazar este temor a las personas de su entorno. Piden, o a veces exigen, recibir noticias constantes para lograr su propia tranquilidad y, sin darse cuenta, pueden hacer sentirse a los demás responsables de su sufrimiento.

A nivel social, preocuparse por el bienestar ajeno se considera signo de interés y entrega hacia los demás. Posiblemente por este motivo quienes se identifican con esta cualidad la proclaman incluso con orgullo: "Soy así, no puedo evitarlo".

En parte esta afirmación resulta acertada. Si se intenta eliminar de la mente una preocupación a menudo se obtiene el resultado contrario: el pensamiento se torna todavía más presente o se intensifica. Se debe al efecto paradójico de la evitación, pues cuando se pretende no pensar en algo, en ese mismo momento ya está ocupando la mente.
Intentar suprimir las ideas que generan angustia, por tanto, no supone una verdadera solución. Por eso al final la persona cree que la inquietud es algo irremediable y superior a ella.

Aranjuez


sábado, 12 de diciembre de 2009

Plaza de Santa Ana


Situada en la zona centro de Madrid, en el Barrio de las Letras.

La historia de la plaza se remonta a José Bonaparte, el año 1810 se derribó el convento de Santa Ana para abrir este espacio.

En uno de sus laterales se edificó, en el año 1916, ocupando un solar de un antiguo palacio derruido, el edificio Simeón. De uso comercial, ocupaba su espacio los almacenes y el banco Simeón y en la planta superior el hotel Victoria, que alcanzó fama por ser el preferido de los toreros. En la actualidad, después de una total remodelación, este edificio lo ocupa el hotel ME Reina Victoria, de estilo art decó.

Esquina con la calle Príncipe se encuentra el Teatro Español. De arquitectura neoclásica, existente ya en el año 1582 con el nombre de Corral del Príncipe (antes corral de la Pacheca) el edificio actual data del 1746, Proyecto de Juan Bautista Sacheto y terminado por Ventura Rodríguez. Ha sufrido en su historia muchos incendios y catorce grandes reformas.

En la plaza también encontramos estatuas dedicadas a Calderón de la Barca y a Federico García Lorca.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Terraza del Círculo de Bellas Artes.


Foto: Vistas de Madrid desde la Terraza del Círculo de Bellas Artes.

Razones de orgullo

En los movimientos femeninos me parece sumamente erróneo el espíritu de competición con el sexo opuesto y el espíritu de orgullo. La frase “ser mujer es bello” no tiene ningún sentido. En realidad, ser una mujer no es ni bello ni feo, o bien son las dos cosas, lo mismo que ser un hombre.
Es erróneo descubrir unos motivos de orgullo, o unos motivos de humillación, en el propio nacimiento u origen o en la propia condición humana. Con respecto al hecho de ser judíos, es tan erróneo sentirse avergonzado como vanagloriarse de ello. Con respecto al hecho de ser homosexuales, es tan erróneo sentirse avergonzados como sentirse orgulloso de ello. La actitud correcta es sentir una absoluta indiferencia ante la propia condición humana. Una de las cosas que hoy más envenenan el mundo es la retórica construida sobre simples condiciones humanas.
Se suele decir que el orgullo ideológico, en los movimientos femeninos por ejemplo, se ha generado por siglos de humillaciones y persecuciones, y que por lo tanto es justificable y comprensible. Eso significa que hay que ser indulgentes con tales movimientos si asumen actitudes equivocadas, si cometen errores. Pero se es indulgente con las personas consideradas individualmente, no con los errores de las ideas. A las ideas se les pide que sean verdaderas y justas, de inmediato y de forma absoluta. Diciembre 1975, Razones de orgullo. Natalia Ginzburg, Ensayos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Aranjuez y el Tajo.

Soneto XLIV. Pablo Neruda

Sabrás que no te amo y que te amo
puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene una mitad de frío.
Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.
Te amo y no te amo como si tuviera
en mis manos las llaves de la dicha
y un incierto destino desdichado.
Mi amor tiene dos vidas para armarte.
Por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo cuando te amo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Pablo Neruda. Soneto IX


Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.
Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.
Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,
porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.

martes, 8 de diciembre de 2009

Invierno

Foto: El Retiro, Madrid. 8 de enero 2009.

Unamuno.

Cuentan que Unamuno, al recibir un premio literario de manos de Alfonso XIII agradeció esta distinción al Rey con estas palabras: "Gracias, Majestad, me la merezco". "Caramba", se asombró el Rey. "Hasta ahora todos los premiados me habían dicho que no merecían este honor". "Y tenían razón", remató Unamuno.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Domingo. Plaza Mayor de Madrid.


Como ahora.

Cuando los ordenadores sean tan pequeños que se puedan implantar detrás de una ceja, nos conectaremos a Internet en cualquier momento del día o de la noche y sin que nadie de los que nos rodean se dé cuenta. Así, estaremos en el sofá del salón, viendo aparentemente la tele, pero nuestro cerebro estará jugando con Google Earth, buscando quizá el barrio de una amante, localizando su casa, haciendo un zoom sobre su azotea o sobre la ventana de su dormitorio. Podrá uno ir en el autobús al tiempo que entra y sale de las páginas web preferidas u odiadas o lee la Wikipedia por orden alfabético. Bastará un ligero movimiento de la ceja, quizá un pensamiento, para navegar por la Red, pues la Red estará entonces dentro de nuestra cabeza. Parpadearemos y saldremos de una carpeta o de un archivo para meternos en otro sin que a nadie le sea posible revisar nuestro historial ni nuestros correos electrónicos ni nuestras direcciones digitales favoritas.
A lo mejor estará uno junto a su esposa, atendiendo aparentemente al telediario, pero sus neuronas permanecerán enganchadas a una página pornográfica en la que una chica está desnudándose para meterse en la ducha. Y será imposible saber en dónde se encuentra cada uno en realidad. El carnicero te dirá buenos días, buenas tardes o en qué puedo ayudarle, mientras por el interior de su cráneo desfilan imágenes que no podemos ni sospechar. En esa situación, el marido, excitado por lo que tiene dentro de la cabeza, pondrá la mano sobre el muslo de la esposa, excitada por lo que tiene dentro de la suya, pues los dos se habrán conectado a Internet mientras fingían escuchar a Ana Blanco, y así, cada uno con su página web preferida dentro de la bóveda craneal, se arrancarán la ropa y se revolcarán en el sofá y consumarán una cópula inesperada. O sea, todo exactamente como ahora. Juan José Millás. El País 04 diciembre 2009.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Última estación


El tren provoca en pocos metros cuadrados las mismas coincidencias perturbadoras que las ciudades del mundo infinito. Los viajeros hablan, cuentan sus vidas y surge el amor. Pero la cercanía de los extraños siempre oculta un secreto. Al bajarse en su estación, la mujer envuelve su consentimiento con una cita insólita. Jura que si está en su mano volverán a verse al cabo de un año en el mismo andén de la despedida. El paso del tiempo, marcado segundo a segundo por el corazón del enamorado, sólo sirve para deshacer el trágico misterio. A la cita no acude ella, sino una carta mensajera de la fatalidad. Enferma de tuberculosis, la mujer se había atrevido a darse el plazo de un año para superar la enfermedad y vivir su nuevo amor. La derrota cruel de las ilusiones obliga a escribir una despedida trágica: ¡El triste vive y el dichoso muere! Luis García Montero.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Un hotel en la Gran Vía.


Subes la persiana y te asomas al exterior. El hotel siempre está vinculado al viaje pero, al contrario del tren, desde sus ventanas no es peligroso asomarse al exterior. Contemplo el paisaje urbano, la jauría humana y la agridulce sonrisa del escepticismo se dibuja en tu rostro. Sonríes porque este paisaje de la Gran Vía, viernes noche, para ti es inédito y, en consecuencia, te sorprende. Te dejas sorprender, lo conoces de sobra de otras noches, de otros ámbitos, nada hay nuevo bajo la luz de la luna. Los jóvenes han barrido de la calle a los extranjeros, turistas u hombres de negocios, que por el día la colman. Piensas que en esa calle te has sentido forastero pero no en la habitación de ese hotel. Ningún lugar tan íntimo como la habitación de un hotel para actividades tan privadas como el pecado, la locura y el suicidio “Vivir en hoteles es concebir la vida como una novela” decía Bertolt Brecht. Le das la razón, el hotel es un lugar novelesco en donde la imaginación pasea por un decorado real. Un lugar de paso, un abrigo transitorio y anónimo sin acumulación de recuerdos, pero que puede llegar a ser parte de tu memoria. Raúl Guerra Garrido. La Gran Vía es New York.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Paloma en el Retiro, Madrid

Preocupaciones.

"Hay dos tipos de preocupaciones: las que usted puede hacer algo al respecto y las que no. No hay que perder tiempo con las segundas" (Duke Ellington)
Si nuestra mente pudiera compararse a una pantalla de ordenador sería útil observar cuántos archivos con temas preocupantes están en danza en este momento. Cuando existen demasiadas carpetas abiertas el sistema va más lento, dado que las preocupaciones consumen memoria operativa. Y en ocasiones aparece un tema principal que ocupa toda la pantalla.
Siguiendo con el símil del ordenador, al observar las preocupaciones que aparecen en la pantalla conviene valorar si merecen que se les dedique cierto tiempo, si es preferible resolver esas cuestiones definitivamente y cerrarlas o si ha llegado el momento de arrojarlas a la papelera y eliminarlas para siempre del escritorio.
Por supuesto, no toda preocupación resulta nociva; a menudo, ante sucesos difíciles, es irremediable y humano sentir inquietud. Entonces puede ser útil preguntarse: ¿estoy mentalmente en el momento presente o más bien en el futuro? o ¿qué puedo hacer ahora para mejorar la situación? Diferenciar lo que está en nuestras manos y lo que no permite vivir un presente más libre de preocupaciones.
Libros que dan calma “Adiós, ansiedad”, de David Burns. Ediciones Paidós.
“Es fácil dejar de preocuparse”, de Allen Carr. Editorial Espasa Calpe.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cambio de vías.


Novelas tradicionales.

No podía olvidarme de lo mucho que me identificaba con Paúl Valéry cuando aseguraba que su mente no estaba hecha para las novelas tradicionales, ya que las grandes escenas de éstas, las cóleras, las pasiones, los momentos trágicos, lejos de exaltarle, le llegaban como destellos miserables, estados rudimentarios donde todas las estupideces andan sueltas, donde el ser se simplifica hasta la tontería…. Enrique Vila-Matas, Exploradores del abismo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Canal Saint-Martin. París.



Inaugurado el año 1825, se tardó 20 años en su construcción. Mide 4,5 Km. de los que algo más de 2 Km. son subterráneos. Comunica la dársena de la Villette con el Sena. El recorrido necesita nueve esclusas y dos puentes giratorios para salvar un desnivel de 25 metros. El canal fue financiado con la creación de un nuevo impuesto sobre el vino.
A principios de los años 70 el canal estuvo a punto de desaparecer debido a un proyecto del ayuntamiento de París que consistía en crear en su emplazamiento una autovía urbana de 4 carriles. La idea (afortunadamente) fue finalmente desestimada.
En la actualidad la función principal del canal es el paso de barcos turísticos. Ocasionalmente se sigue usando para el transporte de mercancías.